Feminicidio evitable en Donibane Lohizune

El procurador de Baiona, Jérôme Bourrier, compareció ayer para dar detalles sobre la muerte de una mujer en una habitación de un hotel de Donibane Lohizune. Habló de «un drama extremo, de tres capas: marginalidad, espiral fatal y salvajismo». Hizo públicas informaciones de la investigación policial que describen un crimen de una crueldad inimaginable, con signos de tortura, con heridas de martillazos y afirmó que el presunto autor del feminicidio, compañero de la víctima, declaró que todo empezó «como un juego sexual que derivó en un ataque de locura». Es necesario aclarar zonas grises en este caso, incluidas las responsabilidades de jueces y policías.

Resulta difícilmente creíble que si una mujer que se presenta el pasado mes de enero en la comisaría de Donibane Lohizune denunciando haber sido agredida y con heridas de hacha en la cabeza, que tres meses después cae desde el quinto piso de un hotel de Ziburu, provocándole heridas que la mantienen en coma durante diez días, no sea motivo para activar medidas urgentes de protección. Al contrario, en este caso se dejó en libertad al ahora detenido. La defenestración fue un «accidente» y las heridas de hacha «un intento de suicidio». No hubo medidas de alejamiento, a pesar de que el autor del feminidio era bien conocido por la Policía.

El procurador de Baiona no ha mostrado autocrítica, ningún afán de enmienda, ni ha tomado medidas para que nunca más se produzca un feminicidio que se podía evitar. Le basta con atender los datos del Estado francés en los casos de feminicidios: un tercio de los autores había sido condenados por hechos de violencia, un 29% de las denuncias ante la policía no son presentadas al procurador y el 80% de denuncias comunicadas a la Justicia son desestimadas. Algunas fueron muertas por su pareja o expareja, otras por negarse a tener relaciones sexuales, o fueron empujadas al suicidio por hombres violentos o por el (ciber)acoso sexista del que fueron víctimas. Ninguna debe ser invisibilizada, todas fueron muertas por ser mujeres, por fallas de un sistema que manifiestamente no las protege y que debe cambiar.

Bilatu